miércoles, 2 de noviembre de 2011

02 DE NOVIEMBRE DE 2011

Bono y Barreda, caprichosos millonarios

http://www.extraconfidencial.com/articulos.asp?idarticulo=8116

Abejarucos, abubillas, buitres y cernícalos, entre otras especies de la extensa avifauna de Castilla- La Mancha, son, desde el 29 de octubre de 2011, los usuarios exclusivos del flamante aeropuerto de Ciudad Real, aunque ya con menos atractivos que los barbechos de otra época. Ese día, el aeropuerto cerró sus actividades ante el fracaso más absoluto: nadie lo utilizaba. Otros cernícalos – éstos de procedencia política—diseñaron a bombo y platillo el gran capricho de José María Barreda, presidente de Castilla-La Mancha, que lo inauguró a bombo y platillo el 16 de diciembre de 2008. Ha sido un fiasco, sí, pero el chollo de algunos de empresarios amigos de Barreda que pegaron el gran “pelotazo” con gran influencia en el hundimiento de la Caja de Castilla La Mancha. En el colmo de la desfachatez, el proyecto llegó a merecer la calificación de “singular interés” por el gobierno castellano-manchego. Interés tenía, desde luego, para los que dieron el “pelotazo” construyéndolo.
Al margen del presupuesto global hay que recordar que Barreda concedió un aval de 140 millones de euros -del bolsillo público- a la sociedad que gestionaba el Aeropuerto cuando se encontraba en quiebra y gestionada por administradores concursales. También se llegó al extremo de modificar la Ley del Suelo (LOTAU) - con los únicos votos del PSOE- para modificar la calificación -y por tanto el valor- de los terrenos anexos al aeropuerto de Ciudad Real. En 2010, sólo Ryanair operaba en el aeropuerto, y previo pago de una millonaria subvención de la Junta que presidía Barreda. Cuando esta compañía dejó de operar en el aeropuerto, tras declararse la sociedad CR Aeropuertos en concurso de acreedores, Barreda negoció con Vueling, tres vuelos para, supuestamente, atraer turistas a la región, cambio de una subvención de 2,3 millones. En definitiva, el capricho de Barreda se hunde tras dilapidar una cantidad que se calcula en más de 1.100 millones de euros.
El capricho de Barreda no es más que la expresión aérea de otro sueño terrestre de su mentor y compinche político José Bono, cuando éste era presidente de Castilla-La Mancha. De hecho, los dos “sueños” estaban entroncados: el aeropuerto fantasma de Ciudad Real, situado entre la capital y Puertollano, se anunciaba como el único de Europa unido al AVE, el tren de alta velocidad. Barreda soñaba en los confines del aire y Bono soñaba por tierra llevando el AVE hasta Toledo, Cuenca y Albacete. “Un sueño hecho realidad" que "durará para siempre”, dijo Bono, engoladamente, cuando se inauguró la línea del AVE a finales de 2010. En su ridículo fue, incluso, machacón con quienes se tropezaba en los pasillos del Congreso de los Diputados: "Y recuerdo que el ex jefe del Gobierno, José María Aznar, dijo que eso era un tranvía con tantas paradas que era más barato el tranvía”. "Hay sueños que se consiguen y que duran para siempre", pues ni Aznar ni él mismo durarán toda la vida, pero el AVE sí.
El fiasco del “sueño” de Pepe Bono ha resultado histórico. El AVE de Bono se clausuró el verano pasado. No era para menos, los resultados del servicio que ofrecía Renfe aterraban: había transportado apenas 2.796 usuarios en seis meses, mientras que estaba costando a la compañía 18.000 euros diarios. Cada kilómetro de vía de AVE supone un gasto de construcción de entre 12 y 30 millones de euros, una amplia horquilla que se debe a la diferencia del coste en función de las dificultades geológicas en cada tramo, según los datos de la Unión Internacional del Ferrocarril. El mantenimiento de cada uno de esos kilómetros de vía de alta velocidad costaba 100.000 euros al año.
Si Bono y Barreda—incluso Zapatero y Rubalcaba-- fueran políticos en Islandia no hay que ser muy cernícalo para saber el futuro que les esperaría por su desgobierno y el despilfarro del dinero de todos. Su ex primer ministro, Geir H. Haarde, será juzgado, acusado de negligencia grave ante la gestión de la crisis bancaria.
Sebastián Moreno

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